Fuente: Javier Vilchez
El 23 de abril de 1936, muere en Madrid, Ana Teresa Parra
Sanojo, conocida como Teresa de la Parra, hija de Rafael Parra Hernández y de
Isabel Sanojo, quien nació en París, Francia, el 5 de octubre de 1889. A lo
siete años de edad, su familia la trae a Venezuela y viven en la hacienda
Tazón, cerca de la urbanización caraqueña de Coche. Al morir su padre, dos años
más tarde, es llevada a España. Su vocación literaria la manifestó desde muy
joven, cuando escribía deliciosos cuentos bajo el seudónimo de Fru-Fru.
Al regresar a
Venezuela, y en su Caracas afectiva se nutre de ingredientes que conformarán
sus novelas. Con el seudónimo de Teresa de La Parra participa en un concurso de
escritores americanos con la novela Ifigenia, en 1924.
La obra causó tal
sensación que obtuvo el primer premio y es publicada por el Instituto
Hispanoamericano de la Cultura de Francia. Ifigenia es la propia Teresa de La
Parra, expresivamente feminista, con muchos años de adelanto a la época que le
tocó vivir. Otra de las novelas perdurables de Teresa de La Parra es Memorias
de Mamá Blanca, publicada en 1929.
De ella se han hecho
tantas ediciones como de Ifigenia, y es de obligada lectura en nuestros días.
Velia Bosch publicó, con motivo de cumplirse cincuenta años de la publicación
de Memorias de Mamá Blanca, uno de los estudios más completos sobre la obra de
Teresa de la Parra, bajo el título Esa Pobre Lengua Viva: relectura de la obra
de Teresa de la Parra, sus restos fueron trasladados a Caracas en 1949 y
reposan en el Panteón Nacional desde el 7 de noviembre de 1989.
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