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jueves, 30 de mayo de 2013

23 de abril de 1936, muere en París, Francia la escritora Teresa de la Parra



Al  23 ABRIL 2013

23 de abril de 1936, muere en París, Francia la escritora Teresa de la Parra, autora de Memorias de Mamá Blanca e Ifigenia. Este mismo día, pero en 1616 mueren Miguel de Cervantes Saavedra y William Shakespeare

La escritora venezolana Ana Teresa Parra Sanojo, nació en París (Francia) el 5 de octubre de 1889, hija de padres venezolanos residenciados en París, mejor conocida por su seudónimo Teresa de la Parra, que adopta como firma de sus obras literarias.
Teresa de la Parra Familia

Con tan solo dos años su familia regresa a Venezuela, su infancia transcurrirá en la Hacienda 

“El Tazón” cercana a la ciudad de Caracas.
“Tanto mi madre como mi abuela pertenecían por su mentalidad y sus costumbres a los restos de la vieja sociedad colonial de Caracas”, escribía Teresa de la Parra en 1931, en una breve reseña autobiográfica.

En esa misma reseña declaraba haber nacido en Venezuela, y aunque París dista nueve mil kilómetros de Caracas, apenas puede decirse que mintiera, ya que la infancia de Ana Teresa transcurrió cerca de la capital venezolana, en la hacienda familiar de Tazón.
Teresa de la Parra y sus anotaciones

Su padre fallece repentinamente cuando tenía once años, lo que motivó a su madre decidir establecer nuevamente a la familia en Europa, se trasladó con su madre y hermanos a España, y en 1902 ingresó en el valenciano internado del Colegio del Sagrado Corazón de Godella (Valencia, España), en donde se aflora su inquietud por la poesía y se dedicara a la lectura de famosos escritores que influirán en su formación literaria.

Con tan solo 20 años, compone unos versos para el día de Beatificación de la Madre Magdalena Sofía Barat, recibiendo sus primeros elogios y otorgándole el primer premio escolar.

Regresa a Venezuela diez años después, e inicia su vocación de escritora en diversos artículos publicados en diferentes diarios capitalinos. La visita del Infante Don Fernando de Baviera y Borbón a Venezuela, le permite a Teresa una gran oportunidad, al ser elegida para contestar un mensaje enviado por la Infanta Doña Paz de Borbón, dirigido a Chile y a toda la América Hispánica, recibiendo grandes elogios por la profundidad de su pensamiento y por su encanto prosístico.

Teresa de la Parra Sanatorio

El éxito obtenido por sus artículos y cuentos publicados en los periódicos caraqueños, la lleva a escribir el “Diario de una Señorita”, que posteriormente publicaría en 1924, con el nombre de “Ifigenia”. La cual será su novela más conocida, donde planteó por primera vez en el país el drama de la mujer frente a una sociedad que no le permitía tener voz propia.

Nuevamente viaja a Europa y se establece en Vevey, junto al Lago Lemán, aquí comenzaría a escribir “Memorias de Mamá Blanca”, publicándola París en 1929. Esta novela fue escrita con gran sutileza, llena de nostalgia por su tierra natal, y de su infancia.

Teresa de la Parra fue la primera gran escritora dentro del proceso de las letras venezolanas, logró ser la mujer que encontró en sus bellas novelas un espacio para la mujer dentro de la narrativa, ámbito que ésta antes no había tenido.

Se le diagnostica una bronquitis asmática en 1934, acabando con su vida el 23 de abril de 1936. Para el momento de su muerte la acompañan su madre, Isabel Sanojo de Parra; su hermana María y su amiga Lydia Cabrera, escritora cubana que le dedicara a Teresa su libro Cuentos negros.

Teresa de la Parra

La escritora cubana Lidya Cabrera la acompañó hasta el último momento durante su dolorosa peregrinación por sanatorios suizos y españoles, en busca de la imposible curación de su tuberculosis. La enfermedad, cuyos primeros síntomas se manifestaron en 1931, modificó de raíz su personalidad y su vida. Con respecto a su obra, sería más acertado decir que la enfermedad agravó cierto giro que la autora había comenzado a dar desde su ciclo de conferencias del año anterior. “Acomodar las palabras a la vida, renunciando a sí mismo, sin moda, sin pretensiones de éxito personales, es lo único que me atrae por el momento”, escribía en 1930 al historiador venezolano Vicente Lecuna.

Surgió entonces el proyecto, que no alcanzó a realizar, de escribir una “biografía íntima” de Simón Bolívar que evitara las facilidades de la novela histórica, que Teresa decía detestar. Salvando las distancias entre autores tan disímiles, puede decirse que Teresa de la Parra fue la primera en concebir una idea que ejecutarían, en muy distintos registros, Álvaro Mutis en su cuento El último rostro y García Márquez en El general en su laberinto.
Sus restos fueron sepultados en el cementerio de Almudena, son repatriados en 1947 al panteón familiar Parra Sanojo y finalmente al cumplirse el centenario de su nacimiento son llevados el 7 de noviembre de 1989 al Panteón Nacional de Venezuela.

En París llevó el género de vida que convenía a una señorita de la buena sociedad caraqueña: asistir a recepciones en embajadas y frecuentar a escritores hispanoamericanos. Inició entonces con el diplomático y escritor ecuatoriano Gonzalo Zaldumbide una amistad, amorosa primero, después entrañable y fraternal, que ha quedado documentada en un nutrido epistolario.

Esta segunda etapa, la de la asunción plena de su vocación, fue también la de su otra gran amistad, amorosa y sororal, con  Cabrera, a quien conoció en 1927 durante un viaje a Cuba en el que representó a Venezuela en la Conferencia Interamericana de Periodistas y disertó sobre “La influencia oculta de las mujeres en el Continente y en la vida de Bolívar”.

“Colocando el país que somos, en lugar que todos queremos”.

Fuente: Periodista/redactor: Francisco Albornoz, Iconos de Venezuela @iconosvenezuela

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