Vistas de página en total

martes, 6 de enero de 2015

Escritoras latinoamericanas en París, Teresa de la Parra.



Escritoras latinoamericanas en París, Teresa de la Parra (2da parte), por Milagros Palma

«El París de Una señorita que escribe porque se fastidia» En la segunda década del siglo XX la influencia de la vida parisina de los afrancesados evoluciona rápidamente. La relación entre Francia y América Latina es muy estrecha como se puede constatar en el uso popular de expresiones como “Amérique latine”, “Les latino-américains”. La luz parisina continúa iluminando los días de fastidio de una que otra criolla que sigue soñando con la libertad. La literatura francesa tiene ganado su espacio en las bibliotecas criollas ya que en Francia se traduce sobre todo para ese mercado. Además editar en París era una manera de consagración (19). 


Pero mientras Victoria Ocampo, resignada a no escribir teatro, oficia como toda una diva en sus salones literarios y consagra a escritores en su revista Sur, otras optan por una nueva estrategia: dedicarse a la reacción. En 1924, la venezolana Teresa de la Parra (1889) llega soltera a París, su ciudad natal, con un manuscrito titulado Diario de una señorita que escribe porque se fastidia. Esa señorita es una venezolana de clase alta. Su nombre es María Eugenia Alonso (20). Francia vive entonces el furor de la escandalosa novela La Garçonne (1922), de Victor Margueritte que bate record de ventas en las librerías parisinas. En efecto en esta novela se pone en escena la vida de Monique Lerbier, una joven idealista, romántica con deseos de independencia, traicionada por su prometido. 



Su búsqueda de seguridad económica y social la conduce a la deriva moral. La Garçonne, simboliza un ataque frontal contra la revolución femenina en la Francia de La Belle époque (21). Monique Lerbier y María Eugenia Alonso, la «señorita que escribe porque se fastidia» de Teresa de la Parra, comparten el mismo ideal de emancipación. Ambas optan por una cierta libertad antes del matrimonio que empieza a ser considerado como esclavitud. La rebeldía y frivolidad de María Eugenia es exasperante en sus largas diatribas con su abuela y con su tía Clara. Pero la presión familiar y social es tan grande que María Eugenia Alonso, como la mayoría de las jóvenes de esas tierras, se resigna a las cadenas del matrimonio para preservar su estatus social y económico.



María Eugenia interrumpe su relación con Gabriel Leal que le propone ir a París y se casa con un político que le procura mayor seguridad. Este matrimonio aparece como un sacrificio de la libertad, un suicidio, la muerte del individuo, del sujeto recién nacido. María Eugenia Alonso es el retrato de las jóvenes de las familias americanas educadas en Francia. Después del despilfarro en París, regresan a sus países a casarse obligadas por sus progenitores. En Ifigenia se pone en escena el sacrificio de la mujer en aras de la ideología patriarcal. María Eugenia Alonso es víctima de la contradicción entre el deseo de emancipación según el modelo de la mujer moderna francesa y la inmovilidad tradicional de su sociedad en donde las grandes familias aristocráticas se ven arruinadas económicamente. Es el doloroso dilema entre tradición y modernidad para una joven latinoamericana.



Teresa de la Parra



La novela de Parra en París adquiere una dimensión universal con su nuevo título: Ifigenia que es el nombre del personaje del mito griego. En efecto Francis de Miomandre además del premio y el prólogo le cambia el título al inédito : “Diario de una señorita que escribe porque se fastidia“. 



Este cambio traduce la tragedia de la mujer en una sociedad sociedad tradicional: “el patetismo y la cruel ironía del destino de una desarraigada”(22). Sin embargo hay una diferencia entre la muerte de María Eugenia y la del personaje de la mitología griega. Ifigenia es sacrificada por su padre Agamenón mientras que María Eugenia Alonso, la Ifigenia de Teresa de la Parra, se sacrifica en aras de la ideología patriarcal que no le deja ninguna opción de libertad a la mujer. 



Si comparamos la recepción de ambas novelas Ifigenia y La garçonne en sus respecivos medios francés/latinoameriano podemos constatar que la primera produjo escándalo en el medio masculino. Monique Lerbier cae en la prostitución mientras que María Eugenia Alonso se casa. Sin embargo los efectos de Ifigenia son menos desvastadores debido al nivel de analfabetismo, sobre todo de mujeres en esas tierras americanas en la época (23). Teresa de la Parra utiliza la libertad que le ofrece París para dar cuenta del impacto desestabilizante de las normas de género. 



María Eugenia Alonso es un retrato de la autora de sus conflictos con su medio, sus frustraciones en la Venezuela tradicional de los años veinte. María Eugenia escribe además para no sentirse tan sola, para no aburrirse como lo dice desde el comienzo de la novela: «escribo para distraer el miedo a la soledad». María Eugenia Alonso hace de su vida una obra de arte:



«Voy a escribir mi diario, mi semanario, mi periódico, no sé como decir, pero en fin, es algo que al tratar sobre mi propia vida, equivaldría a eso que en las novelas llaman ‘diario’» (24). No cabe duda que en este diario en primera persona hay ecos de la vida de Teresa de la Parra que hace todo lo contrario de su personaje, ya que opta por el celibato. Además desde París entretiene la amistad y la 92 complicidad con su madre. En la novela María Eugenia Alonso es huérfana de madre lo cual traduce la soledad de la niña en su proceso de formación en los códigos de la feminidad. Teresa de la Parra le dedica su novela escandalosa a su madre: «Mamá: te dedico este libro que te pertenece». En este larga dedicatoria le pide su comprensión. Al mismo tiempo que le revela que ella es uno de sus personajes: «por sus páginas te verás a ti.» Teresa de la Parra no sólo retrata a su madre sino también a su abuela. Además abre las puertas en grande del espacio privado, la vida familiar con sus tensiones: las discusiones acaloradas ante la rebeldía de María Eugenia Alonso. 



Teresa de la Parra es una discípula de George Sand, de Colette. No es extraño que María Eugenia Alonso se rebele momentáneamente ante los códigos tradicionales que limitan su libertad. Al terminar le ruega que comprenda su necesidad de hablar de lo que no se puede ni se suele hablar:



«Entorna también los ojos ante alguna que otra desnudez, acuérdate que todas nacimos de ti con poquísima ropa; tu nos vestiste. Viste también estas páginas con blancos faldellines de indulgencia. Te abraza con toda el alma. Ana Teresa, París, Julio 1925.» La palabra «desnudez» simboliza fragilidad, inocencia, lo primigenio o primitivo pero también connota ignorancia. Las ropas simbolizan la cultura, la civilización.: La expresión «tú nos vestiste» equivale a decir tú nos inculcaste las normas para poder integrar la cultura. Además le ordena con el imperativo del verbo «vestir», que haga lo mismo con su libro que muestra una realidad desnuda.: «Viste también estas páginas». Sin embargo las ropas que ella pide y exige para su recién nacida novela, son de otra naturaleza. 



El adjetivo «blanco» de faldellines alude a la pureza, a la bondad. El término «faldellín» en América significa capa que se utiliza para bautizar a los niños. Es decir lo que Teresa le pide a su madre es que no sea indiferente con su creación, que la nombre para que pueda existir como se hace con un niño recién nacido, que no lo deje en el silencio, en la oscuridad, en la indefinición como el limbo a donde van los niños sin bautizar. El bautismo simboliza la introducción de un niño a una comunidad determinada. Por medio del bautismo el individuo tiene nombre, tiene reconocimiento social. Eso es lo que quiere que su madre haga con su recién nacida, Ifigenia.



Teresa de la Parra



La relación de filiación que Teresa de la Parra, hija, desea establecer con su madre es clara desde la dedicatoria: se trata de una relación ideal entre madre e hija, una nueva relación: comprensiva, amistosa, respetuosa. Al respecto la feminista italiana Francesca Gargallo constata que Ifigenia inaugura la genealogía femenina en la literatura latinoamericana, una suerte de filiación literaria. Es importante agregar también que no es por casualidad que esta filiación se crea en París, lugar donde la escritora venezolana puede dedicarse a su obra. Su personaje no tiene esa opción.



María Eugenia se ve obligada a casarse. En su sociedad y en su época no existe aún un estatus social para la mujer que desea dedicarse a su obra literaria. Con Ifigenia Teresa de la Parra rompe con el canon literario. Con este relato inaugura el género de formación de la protagonista en América Latina. Esta novela trata de temas en relación con la construcción de la feminidad: ¿Cómo percibe la protagonista la imposición de las reglas del género ? Cómo se construye el sentimiento de soledad del sujeto femenino? ¿De qué manera la ignorancia del propio cuerpo sexuado contribuye a la inestabilidad femenina? ¿Cómo se enseña y se aprende a sublimar el deseo? ¿Cómo la creación aparece como una opción de sublimación? María Eugenia escribe para sublimar la pulsión comúnmente llamada «deseo». Pero frente a las presiones de su medio se somete a la vida conyugal como la única forma de supervivencia social. 



La escritora en París no necesita entrar al convento, ni hacer votos perpetuos como lo hacían todavía muchas mujeres en Latinoamérica y como lo hizo en su época Juana de Azbaje, la que cuatro siglos antes se llamara sor Juana Inés de la Cruz : «yo no sentía vocación alguna» (25). Teresa de la Parra vive una vida de soltera, al margen de los salones de escritores varones, cultivando la amistad femenina (26). 



Además escribe su segunda novela Las historias de Mamá Blanca en la cual continúa con la consolidación de la filiación y la genealogía femenina en el espacio doméstico (27). En ambas novelas los personajes femeninos conciben la falta de libertad como una alienación. Además el lector percibe la verdadera soledad de la niña, de la adolescente, de la joven que no cuenta con la complicidad de sus semejantes para compartir las dudas y los dilemas existenciales. 



Las mujeres son reproductoras en el sentido biológico e ideológico del término. El hombre se limita generalmente a la función de genitor. La ausencia de la función paterna es paradigmática en América Latina. 



Desde la infancia, las niñas son abandonadas a una condición de huérfanas cuando no son eliminadas literalmente (28). NOTAS 19. Existían varias casas editoriales: Garnier Hermanos, Bouret, La Casa editorial Franco Ibero América que además de traducir, publicaba obras originales en español. La operación comercial de la editorial francesa Ollendorff para América Latina y España se prolonga hasta en 1913. 20. Teresa de la Parra nace en 1889, año en que se inaugura la Torre Eiffel durante la exposición universal. Es bautizada en la iglesia La Madeleine en 1890. A la edad de dos años regresa a Venezuela con sus padres. Tras la muerte de su padre, a la edad de 8 años, su madre con sus cinco hijos se traslada a vivir a España. 



Teresa entra interna en un colegio de religiosas del Sagrado Corazón. En 1907 a los 18 años regresa a Venezuela. Su evasión es la lectura. Los libros juegan un papel importante en su formación. En su obra se refleja París, la moda, la vida frívola: Teresa que sueña con París, con su luz, con su libertad adquiere una cultura francesa excepcional, nos dice Paulette Patout, op. cit., p. 153. 



En lo que respecta al movimiento feminista en Francia, es importante recordar la figura de Madeleine Pelletier (1874-1939) que milita desde 1905 y que es condenada por su lucha por el aborto al encierro en un hospital psiquiátrico. Madeleine Pelletier muere en su presidio. En su novela La femme Vierge (1933), aparece su opción por el celibato. Su personaje Marie Pierrot, dice con la mayor naturalidad del mundo: «Mi feminismo me impide casarme». 21. La Garçonne representa una derrota de la mujer en su proceso de emancipación como lo constata el sociólogo Jean-Claude Kaufmann: La femme seule et le Prince charmant. Enquête sur la vie en solo. Nathan, Paris, 1999. 22. P. Patout, op.cit., p. 164. 23. P. Patout, op.cit., p. 164. 24. Teresa de la Parra Ifigenia, Monte Avila editores, 1992/Iphigénie, Indigo editores, Unesco, Paris, 1995. 25. El secreto de Sor Juana, Populibros, México 1979, p.53. Su confesor la convence de que tome los hábitos: «tenéis razón, no me queda sino la vida religiosa como salvación» (op. cit., p. 68) Juana de Asbaje se siente incapaz de servir a un hombre. Sólo el convento puede satisfacer sus necesidades básicas: «paz y seguridad», «protegerme, salvaguardar mi vida y mi honra». 



La noción de honra era fundamental en la época. Los proyectos de Juana de Asbaje son claros. Además es consciente del tiempo que necesita para ello ya que sufre de una sed de conocimiento: «Yo podría estudiar, aprender mucho que ignoraba también escribir mis poemas, cuanto yo quisiera, toda vez que el tiempo que Dios me daba era mío y podía disponer de él a mi voluntad», op. cit., p. 78., p. 174. Sor Juana Inés de la Cruz entra en el convento de San José de Carmelitas Descalzas a pesar de que su confesor y consejero considerara lo demasiado austero. Pero ella lo elige por su amor a la música: «era famoso por el coro de hermosas y educadas voces que allí estudiaban música, desde su fundación, arte que a mí me atraía singularmente, por lo que apoyé alborozada en ser monja corista.» op. cit., p. 88. 



Estudiar y escribir es su obsesión. No tiene tiempo que perder como se puede constatar cuando es castigada a quedarse en la cocina por haber agredido a la superiora que trata de disuadirla del estudio: «aproveché el tiempo en la cocina para investigar pequeñas cosas en apariencia intranscendentes que no eran sino fenómenos físicos inadvertidos hasta entonces por mí», o. p. cit., p. 116. Sor Juana es consciente del papel de la sublimación de la pulsión a través de la creación: «El arte es el puente que nos une a lo divino y nos acerca a Dios» p. 174. Es así como sor Juana Inés de la Cruz vive la vida conventual. 26. 



Como reza el dicho en Centro-américa: «La mujer es cuchillo de su propia carne». Por lo general las mujeres son educadas como enemigas entre ellas. Todo comienza con la enemistad madre/hija. Así se perpetua una cadena interminable de soledad. 27. 



Ver al respecto mi estudio sobre la feminidad en la literatura de mujeres centro-americanas del siglo veinte (inédito). 28. Ver infanticidio en las sociedades tribales y en la actualidad: China, India.


Fuente: http://www.resonancias.org/content/read/680/escritoras-latinoamericanas-en-paris-teresa-de-la-parra-2da-parte-por-milagros-palma/

No hay comentarios: