II
Bello Destino Florecer en Silencio
ACABO de recibir su carta después de haber recibido en Paris el
radio que le agradecí muchísimo.
Me alarma la noticia de que no haya recibido usted y G. mi
libro dedicado y a una larga carta en la que le pedía me tuviese al corriente
de las andanzas de Ifigenia. Hoy me interesan casi más las críticas que los
elogios. No deje de referírmelos todos. Aquí ha tenido el libro mucho éxito en
los círculos de habla española y franceses que conocen nuestro idioma.
Creo decididamente que Ifigenia tiene “sangre ligera” como
dicen en Caracas. La traducción no ha empezado por abandono de mi parte. Para
la edición francesa es indispensable reducir y ¿qué le corto a maría Eugenia?
El pelo y el vestido los tiene ya cortísimos ....... habrá que privarla de un
brazo ó de una pierna y estoy en el “embarras du choix” no sé qué será peor si
dejarla coja o manca.
Estoy en Suiza desde hace unos veinte días. Hago una vida de
reposo espiritual con excursiones en vapor o automóvil que me han hecho gran
bien. En París, no solamente no escribo, sino que tampoco leo una línea. La
diversión agitada que me aleja de mí misma me causa un malestar inmenso; qué
distinto al aburrimiento suave, poblado de ensueños y de ansias de ideal.
Pienso ir a Italia en Octubre o a mediados de Septiembre, con
Isabel. Luego volveré a París para ir a la Cote d’ Azur con mamá y María mi
hermana. Nada de instalaciones, ni de matrimonio; a correr, a errar, hasta que
me rinda el cansancio y vuelva quizá a escribir.
Le escribo a orillas del lago, en un poético restaurant en
pleno campo donde se oye una orquesta mientras se miran pasar lanchas y
vaporcitos, todo ello dentro de un paisaje de tarjeta de postal, lo más
cinematográfico del mundo. Yo vestida de blanco, me siento, por fin, una
“heroína romántica”.
Mil gracias por la enumeración de sus impresiones; mil gracias
también por su recuerdo a Emilia cuyo cariño pasa sobre cada una de las páginas
de mi libro, como un perfume inolvidable de tiempos pasados.
Le envío ese artículo publicado en “Paris Time” sobre mi libro.
Si no se conoce aún en Caracas, el de Daireaux, hágalo publicar.
Si se conoce o si se ha hablado demasiado del libro,
resérveselo para usted. Como le he dicho ya, le repito sin falsas modestias,
que temo más a los elgios que a la censura. Es tan bello destino, florecer en
silencio!
Muchísimos recuerdo a G., a los niñitos, y para usted tola la
simpatía de su afectísima,
Teresa
Bellerive: Agosto 21 de 1925.
FOTO: Teresa de la Parra, Manuel V. Madriz y otros amigos en la Terraza del Sanatorio, Leysin. Suiza - Epistolario Íntimo -
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