Páginas

martes, 4 de junio de 2013

UPAEP América '98 Teresa de la Parra / Teresa Carreño



La Unión Postal de las Américas, España y Portugal, UPAEP, mantiene, como algo ya institucional, la emisión de la seria AMERICA, a la que es justo reconocer la muy buena y merecida aceptación que goza entre los habitantes y coleccionistas de los países miembros de la Organización y de los filatelistas del resto del mundo, que han visto con agrado, como, año tras año, los países miembros de la región postal que forman Latinoamérica y la Península Ibérica han efectuado lo que definitivamente es ya, para los amantes del sello postal, una colección temática. Venezuela, a través de su Instituto Postal Telegráfico, IPOSTEL, continúa honrando su compromiso y realiza la décima emisión del tema AMERICA '98, en el marco previamente señalado por la institución: Mujeres nacionales con trascendencia internacional. Para esta oportunidad, el motivo señalado aprobado por la Asamblea de los miembros signatarios de UPAEP ha tenido como fin rendir un muy merecido y justo homenaje a la mujer de nuestros países, por intermedio de la presentación, en sendos sellos postales, de dos de sus más prestigiosas figuras nacionales. Las personalidades seleccionadas en nuestro país, 

Teresa Carreño, considerada como la más grande pianista de su época, y Teresa de la Parra, reconocida como una de las más ilustres escritoras hispanoamericanas, gozan de un reconocimiento universal, pues su trascendencia ha sido causada por las magnificas dotes espirituales que poseyeron y que supieron utilizarlas para volcarlas hacia la humanidad brindando así a todos sus habitantes la belleza espiritual, la única perdurable en el tiempo, a través del mensaje otorgado por dos grandes exponentes del arte: la música y la literatura. 

Una síntesis biográfica de las dos compatriotas que han enaltecido y continúan enalteciendo el gentilicio venezolano es tarea obligada para coadyuvar a la difusión de su conocimiento en el campo filatélico, razón por la cual presentamos el perfil de ambos personajes, pero no sin antes expresar nuestro sincero agradecimiento por su colaboración al doctor Leonardo Asparren, Presidente de la Fundación Teresa Carreño, al ceder un espacio físico en la institución que tan dignamente preside para rendir homenaje a las dos Teresas de Ipostel, y a la señora Velia Bosh, historiadora literaria, magnífica conocedora de la vida y obra de la insigne escritora Teresa de la Parra, por medio del estudio profundo y del apasionamiento derivado del contacto con su grandeza, que no le impide la objetividad en la ejecución de su tarea; por su caluroso aporte literario en nuestro Boletín Informativo, mil gracias. 

TERESA CARREÑO 

Pianista y compositora, hija de Manuel Antonio Carreño y de Clorinda García de Sena y Toro, nace en Caracas el 22 de diciembre de 1853. Inició sus estudios de piano con su padre y los continuó con Julio Hohené. El 25 de noviembre de 1862, cuando todavía no había cumplido nueve años de edad, dió su primer concierto en el Irving Hall de Nueva York. Allí recibió lecciones del famoso pianista norteamericano de origen alemán Louis Moreau Gottschalk. Luego de pasar una temporada en La Habana, Cuba y Estados Unidos, donde tocó en la Casa Blanca para el presidente Abraham Lincoln, se radicó en París en 1866. Allí tocó ante Pedro Roberto José Quidant, Giaocomo Rossini y Franz Liszt, quien propuso darle lecciones si se trasladaba a Roma, pero razones económicas impidieron el viaje. Desde París inició su carrera de concertista que la llevó a visitar todos los países de Europa, Estados Unidos, Australia, Nueva Zelandia y Africa del Sur, ejecutando acompañada de las más famosas orquestas dirigidas por eminentes maestros. 

Su repertoria incluía conciertos de autores clásicos y románticos. En 1873, se casó con el violinista Emial Saurel, pero se divorció en 1875 para casarse, al año siguiente, con el cantante de opera Giovanni Tagliapietra. Fundó con su segundo marido una empresa de conciertos, la "Carreño-Donaldi Operatic Gem Company". A mediados de 1885, volvió a Venezuela, después de una ausencia de 25 años, invitada por el presidente Joaquín Crespo a dar un concierto en Caracas. A comienzos de 1886, Antonio Guzmán Blanco, nuevamente en el ejercicio de la Presidencia de la República, la comisionó para organizar la siguiente temporada de ópera en Caracas. 

Sin embargo, el elenco que logró contratar para tal efecto era mediocre. La sociedad caraqueña, además, había adoptado una actitud de rechazo hacia una mujer que, por más talento que tuviera, era divorciada y vuelta a casar, algo considerado entonces como un escándalo; fueron boicoteadas las óperas presentadas y la temporada resultó un fracaso. De regreso a Europa, se desempeñó como solista de la Orquesta Filarmónica de Berlín. En esta ciudad, donde había fijado su residencia, ya divorciada de su segundo marido, conoce al pianista Eugene D'Albert con quién se casó el 27 de julio de 1892, divorciándose luego por tercera vez en 1895. Finalmente, en 1902, se casa por cuarta y última vez con su antiguo cuñado, Arturo Tagliapietra. Al estallar la Primera Guerra Mundial, inició una gira por España, y luego, por Cuba y Estados Unidos donde falleció el 12 de junio de 1917 en la ciudad de Nueva York, víctima de un agotamiento general debido a los largos años de excesivo trabajo. Fue considerada como la más grande pianista de su época. 

Entre sus obras como compositora se recuerdan: Himno a Bolívar, Saludo a Caracas; el vals A Teresita, dedicado a su hija; el Cuarteto para cuerdas en si bemol y el Bal en reve Opus 26. Sus cenizas fueron traídas a Venezuela en 1938 y desde 1977 reposan en el Panteón Nacional. El principal complejo cultural de Caracas, inaugurado en 1983, lleva su nombre. 

TERESA DE LA PARRA 

Ana teresa Parra Sanojo, venezolana, nació en París el 5 de octubre de 1889 y falleció en Madrid el 23 de abril de 1936, con el deseo de "...comer una poquita de tierra venezolana". Llegó a los lectores de habla hispana sus excelentes textos narrativos: IFIGENIA, LAS MEMORIAS DE MAMA BLANCA, su delicado y trágico epistolario, los tres primeros cuentos fantásticos de nuestra literatura venezolana, su singular cuento LA MAMA X, un EPISTOLARIO y ciertas inéditas cartas, recados y reflexiones íntimas. De sus contemporáneos recibió, afectos verdaderos y amistades peligrosas, envidias, amor, admiración, premios y lógicas desilusiones. Uno de los mayores reconocimientos póstumos la honra con su presencia en el Panteón Nacional, al lado del Libertador. 

En los acordes trágicos de sus últimos sueños quedó la biografía íntima de Bolívar amante que no logró concluir. Desde el sanatorio para tuberculosos, escribe a Lecuna: "... Que hombre tan grande! Todo cuanto se diga de él es poco. A medida que lo conozco, voy reconociendo lo atrevido de mi proyecto y me asusto y me apoco". Basta observar su perfil lánguido y perfecto, el corte a la "garconne", el tono "guerlain" en sus labios juntos y el zarcillo de perlas que se asoma por el fino perfil izquierdo para situar la pose en los locos años veinte. Principio del siglo que despedimos. Bien vale la pena perpetuarla en una estampilla de correos, viajeras ambas y afectas a los secretos. 

El honor le ha llegado de manos del INSTITUTO POSTAL TELEGRÁFICO DE VENEZUELA, IPOSTEL. Honra que honra. ¿Quién, entre las escritoras venezolanas ha cultivado el género epistolar con esa lengua elegante y ácida, a ratos nostálgica y más aún, con ese disimulado tono de confidencia amena o secreto apenas en roce con la celosía... la celosía que escucha a media, atisba secretos, vislumbra y seduce, quién? Amar un genero y aborrecerlo, he allí el conflicto. Escribía Teresa a su enamorado, el escritor ecuatoriano Gonzalo Zalzumbide: "Este impulso de romper las cartas antes de recibir la tuya acabó con el dilema: ya no hay caso de devolvértelas como me pides (...) Cuando recibí las que me mandaste de Berna, las rompí sin leerlas casi." Y es que únicamente a ella, en nuestra literatura venezolana, puede considerársela como la autora del más extenso e intenso epistolario. 

Bien decía el diplomático y novelista portugués Eca de Queiroz: "una correspondencia revela mejor que una obra, la individualidad (...) las costumbres, los modos de sentir, los gustos, el pensamiento contemporáneo y ambiente, enriquece siempre el tesoro de la documentación histórica". No en vano sus cartas a Rafel Carías, cincuenta y una, desde marzo de 1924 hasta abril de a927, según Mariano Picón Salas son "... la más fina sonata con su allegro, su scherzo tempestuoso, sus instantes de nocturna melancolía chopiniana, su elegía de vida breve en lúcida marcha hacia la muerte, se parece a un memorial de confidencias". Y, en cuanto, a los sellos postales, que yo presupongo una joya para los coleccionistas, corresponden a la errancia de nuestra admirable Teresa errancia humana y literaria por París, Bellerive, Jean-les-Pins, Habana, Ginebra, Vevey, Corseaux, Villarsur Chamby, Leysin y Vevey. 

En 1951, la para entonces prestigiosa editorial Cruz del Sur puso en nuestras manos adolescentes el volumen de discreta y fina diagramación, de TERESA DE LA PARRA, CARTAS, que contienen treinta y seis aproximaciones al mundo íntimo de nuestra escritora desde 1930 hasta 1935, cuyos destinatarios prestigian en sí mismos el contenido: Don Vicente Lecuna, Luisa Zea Uribe y Rafael Carías. Su fino compilador prologuista es otro imprescindible, como otra imprescindible, nuestra escritora. El epistolario dirigido a Zaldumbide abarca desde 1924 hasta 1935, sesenta y siete en total, de las localizadas hasta hoy, desde Caracas, Maracay, San Juan de la Luz, Fuenfría, Cercedilla, Madrid y París. Sesenta y siete, casualmente, enviadas a su amiga cubana Lydia cabrera, desde 1927 hasta 1935. 

Un año antes de morir cuando sometida a absurdas operaciones de un pulmón, dejó de cultivar el género epistolar y abandonó el proyecto de la biografía de Bolívar. ¿Cuantas veces una correspondencia es burlada por su remitente? ¿Cuantas por su destinatario? Zalzumbide alerta a Teresa: "Si llegas a Caracas te telegrafiaré firmando Guadalupe, como si fuera una amiga. Y si tú temes que el telégrafo de allá al ver mi nombre en la dirección sospecha que eres tú quien lo manda, dirígemelos a nombre de Pacífica Chiriboga. Es Pacífico, pero no importa". Así llegaban los mensajes desde marzo a octubre de 1928, a Quito, San Luis de Los Chillos, París y La Baule. ¿No es éste un signo de correspondencia y relaciones peligrosas, para la época? Tal vez, si la muerte no se hubiera permitido un acecho tan pronto y cruel. En 1981 recibí un brevísimo folleto de Lydia Cabrera: SIETE CARTAS DE GABRIELA MISTRAL A LIDIA CABRERA. 

En un breve párrafo de la impredecible y contundente escritora chilena, se lee: "Yo no sabía, aunque creyese saberlo cuanto y cuanto quería a Teresa, hasta donde era ella criatura entrañable mía, un poco mi orgullo, otro mi delicia, otro mi ternura. Había llegado a ser tan perfecta que la memoria de ella que me ha dejado es algo cristalino si no fuese a la vez vital, es algo como la presencia de un ángel, constante, tibia y ligera".

No hay comentarios:

Publicar un comentario